Siempre me ha llamado la atención esta foto de Jesús Balbín y de sus padres. Y por muchas razones. Empezando por el padre, con ese sombrero de fieltro tan señorial, el fino bastón y la barba y patillas pobladas, muy estilo fines del XIX.De Jesús, ese flequillo tan gracioso y la chaqueta, que se nota de buen corte, con el añadido de la flor, muy de postín. El bastón es otra cosa, que, aunque tallado, parece más corriente que el del padre.
La madre, en el centro, es sin embargo la figura más enigmática de las tres. La pose, rodeada de los dos varones y flanqueada por los bastones simétricos, diríase encerrada en un mundo de hombres. Pero sus ojos, que miran más allá del fotógrafo, parecen decirnos que existe algo más allá, algo más profundo que permite abandonar la realidad y escaparse. Del vestido ¡qué decir!. Desde luego, no parece de los de andar por casa. ¿Estaban de fiesta? ¿Se casaba Jesús?.
1 comentario:
Buena foto. Lo de los bastones, y esa posición un poco exhibicionista, tan simétrica, tan "presenten armas" tiene su intríngulis: Desde luego, al menos el del joven, con ese extremo terminado en punta de hierro, no era solo o principalmente para apoyarse. Yo creo que algo tienen que ver con esas crónicas de viajeros antiguos que aludían a la costumbre de los asturianos de acudir siempre de fiesta o a las romerías armados de buenos garrotes con los que se zurraban a menudo entre jóvenes de distintos valles o parroquias. Parece que era un deporte local muy extendido que aún perduró hasta los años de posguerra, residuo seguramente de tiempos más belicosos y de atávicos "ardores guerreros".
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